Sacudir el polvo de los pies
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Jesús hace ver que, en ocasiones, el testimonio apostólico de sus enviados será bien acogido y, en cambio, otras veces no lo será. Para este último caso, recomienda a los doce que sacudan el polvo de sus pies: era un gesto gráfico en la cultura semita para mostrar que uno no quería conservar nada, ni siquiera un poco de tierra, del lugar donde le habían rechazado. En nuestro caso, nos ayuda a recordar que no deberíamos dejar que los fracasos o las negativas que cosecharemos al ser apóstoles queden como un peso en nuestro corazón, apagando poco a poco el entusiasmo sobrenatural que nos mueve.
